viernes, 4 de diciembre de 2009

"NO ES LO MISMO VIVIR QUE HONRAR LA VIDA"

Llevo 21 años en mi calendario, podría decir que 17 años sólo anduve caminando al ritmo general, que hice y dije y creí lo que los otros establecían como correcto, como el camino que debía seguir. Viví respetando las leyes, ideas, valores, rituales, creencias y mandatos ajenos. Pero si bien por todo aquello fue duro, difícil, triste y doloroso crecer y seguir andando, fue por todo ello que hoy llegué a donde estoy. Sufrí distintos abandonos y pérdidas, viví cosas que no quería vivir, entendí cosas que no quería entender, maduré de forma prematura pero igual pude jugar en mi niñéz.
Cargué una gran mochila que se hizo tan pesada con el paso del tiempo que fue inevitable que tuviera que empezarla a vaciar, y fue la vida misma la que me obligó a hacerlo; y así empezó el camino hacia mi verdad.
A los 17 años empecé muy de a poco a hacer cosas que me gustaran a mí, hice cosas que jamás hubiera imaginado haría y no porque fueran extraordinarias, sino porque a los demás muy de seguro no les gustaba que las hiciera. Eso sí nunca le falté el respeto ni jodí a nadie.
Recuerdo que más allá de esos gustos que comenzaba a darme, estaba armando perfectamente mi propia trampa, sí, porque estaba quebrada por dentro, desconfiada de todos, casi sin esperanzas, sin luz, quizás hasta un poco sin Fé, enojada conmigo, con los otros, con Dios, con la Vida, aislada del mundo. Pero Dios que nunca me abandonó, me dió un regalo que me rescató de la oscuridad. Así volví al mundo a tratar de ganar mi batalla, a volver a remar. Un gran amigo, el mejor amigo que tuve en esta vida, fué ese regalo. El me dio fuerzas, valor, confianza, cariño y abrigo, me acompañó en las buenas y en las malas, me regaló tiempo de su vida, me escuchó, me dió su opinión, su experiencia y jamás me juzgó. Volví a jugar este juego, aprendí a quererme y darme el amor que necesitaba, acepté mis defectos y reconocí mis virtudes, me respeté, me valoré y me perdoné. Esto me llevo buen tiempo y Dios me dio otro regalo, un maestro, un sabio en una radio, sabio no por naturaleza sino porque anduvo por la vida y aprendió lo importante, se dió cuenta primero, comprendió después y al final se puso en marcha. Con este maestro, mi Merlin, fui poco a poco oxidando mi armadura, terminé de perdonarme lo suficiete como para perdonar a los otros sin que hayan pedido disculpas, poniéndome en el lugar de aquellas personas, recorriendo sus historias y observando sus vidas. Así anduve y mi mochila estaba cada vez un poco más liviana.
Pero siguió pasando el tiempo y finalmente caí de nuevo, toqué fondo esta vez. Lo mejor de esto, como de toda crisis, es que uno empieza o termina, se queda o sigue, gana o pierde, es un cobarde o su propio héroe, y en fin decide, elige y ahí se produce el cambio. Es un click que te marca, que no olvidás, y que hace que no te desvíes más.
Tuve que ponerme en marcha, salir al mundo, traspasar la ventana y jugarla en la cancha, ser protagonista, crecer, animarme a los cambios, se yo, buscar mi libertad, permitirme ir hacia ese encuentro conmigo misma. Me fijé metas y todos los objetivos que llevarían hacia ellas, pero me propuse no desanimarme por los malos resultados y disfrutar los intentos. Así descubrí lo que era el fracaso y me alegré de que no había fracasado como creía. Entendí que lo importante en la vida no es tanto el resultado, sino el camino recorrido, porque si sale bien es bueno pero mucho mejor es la satisfacción que produce cada pequeño paso que condujo a ello; y si sale mal, hay que buscar los errores y ahí uno aprende algo nuevo.
De aquel viejo amigo un día me enamoré, y lo negué muchas veces por miedo a perderlo, pero a estas alturas tenía el coraje y el valor como para arriesgarme, pues también entendí que si lo tenía pero no como quería pues en definitiva no lo podía perder. Entonces lo hice, le dije de alguna manera no muy directa lo que sentía por él. Una vez más, también logré esto.
Todo parecía mágico, cada cosas que me propuse la estaba obteniendo una tras otra, el trabajo, una psicóloga ( que por cierto fue otro regalo de mi Dios), el amor, mis amigos, mi familia, mi vocación, etc, etc, etc.. Pero la magia sólo existe en los cuentos, el hombre sólo puede soñar y para que sus sueños se hagan realidad debe esforzarse, debe luchar y debe accionar.
Viví desde los 21 años hasta este día al menos, viví profundamente la vida, mi vida, otra vez respetando y sin joder a nadie, pero esta vez respetándome por sobre todo a mí misma.
Algunas personas tuvieron que quedar atrás, algunos planes, objetivos se pospusieron o caducaron algunas metas, pero fue genial el haber podido decidir dejarlas, cambiarlas.
Tomé muchas decisiones y anduve muchos caminos, viví "los momentos" porque algunos no vuelven a pasar, esta vez no perdí las oportunidades, dí muchos saltos al vacío, temí a lo que pudiera suceder luego, pero igual lo hice. Renuncié a mi trabajo porque no lo disfrutaba más, y sentí un gran alivio; después decidí irme de viaje y me acompañó mi amor, este hombre que tanto amo y que bueno hoy no sé que va suceder con este amor que por el momento quedó lejos mío, en lo que ya es mi ayer aunque aún está viva esa llama en mi corazón, pero jamás voy a olvidarlo porque de lo que vivimos de absolutmente nada me arrepiento, pues lo disfruté en cuerpo y alma. Tengo resuelta mi carrera universitaria y tengo en clara mi vocación y gracias a Dios he podido fusionarlas y el próximo año comienzo a estudiar la Licenciatura en Trabajo Social, y soy feliz de aquellos tres años que estudié farmacia, porque de ese tiempo que otros llaman " tiempo perdido" yo gané mucho, gané grandes amigos, obtuve trabajo y de este último la experiencia que hoy me permitió trabajar otra vez justo cuando más lo necesitaba, sí, ya estoy trabajando otra vez.
Gracias a Dios, a la vida, al destino, a todo lo que viví y a la gente que estuvo en mi vagón en este tren de la vida, y gracias a Mí Misma que aprendí a quererme y a repetarme, que pusé todo de mí para no perder la esperanza y la fé y que apuesto cada instante a seguir soñando como Mujer pero también como Niña jugando con las hadas y acaraciando unicornios, hoy sé quien soy y ya no tengo aquella vieja mochila, la he dejado en algún lugar para no cargar más nada y poder despojarme de aquello que yo no pueda llevar, de aquello que me duela, y no haga a mi bienestar, y puede que esto suene a egoísmo, pero he aprendido que por el contrario es amor propio. Me falta mucho por recorrer, siempre hay algo más de lo que darse cuenta y eso lo sé muy bien, aún cometo errores y es que soy un ser humano, y por lo tanto jamás seré perfecta y eso también lo sé. Soy una simple mortal y por eso es que aprendí a apreciar cada instante en que respiro porque puede que eso no suceda al instante siguiente y triste sería volar sin haber vivido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario